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Si eres escritor
Un día cualquiera, un local especializado en fantasías eróticas (el nombre del local no importa) recibe la llamada de un tipo con un encargo muy especial. El tipo busca un muchacho de unas características físicas muy definidas (joven, de unos veinte años, moreno, no muy alto) que vaya vestido de una manera muy especial y que se encuentre paseando por una determinada calle de Cuenca a una determinada hora de un día concreto. Un viejo bajará calle abajo y el muchacho se tropezará con él con un cigarrillo en la boca y le pedirá fuego. El encargado de recoger las llamadas cree que se trata de un tarado y pregunta si no será una broma de mal gusto. “Verá, éste es un local serio”, viene a decir: “No hacemos teatro”. El tipo insiste, repite los detalles, la calle, el día, la hora, el aspecto físico del chico, la situación general de la escenificación. “Pagaré lo que sea, lo que haga falta”, dice desesperado. El encargado del local explica que lo siente mucho, pero que el suyo es un local serio, que si quiere algo más sencillo, un “servicio con sadomasoquismo o algo así”. Al fin, después de unas cuantas instrucciones más, el encargado alcanza la iluminación: “Ah, Usted no quiere sexo, ¿verdad? Usted quiere revivir alguna fantasía, alguna experiencia pasada, ¿no es eso?”. Y concluye tristemente: “Lo siento, no podemos ayudarle”. David Torres